Un estudio reciente del Instituto Fraunhofer ISE en Alemania ha desmentido uno de los mitos más arraigados sobre los paneles solares: su supuesto impacto negativo en el calentamiento global y la temperatura de las ciudades.

Según el estudio, aunque los paneles solares son oscuros y absorben más luz solar que otras superficies urbanas, como los techos convencionales, estos módulos no solo no aumentan el calor en las ciudades, sino que, en algunos casos, pueden incluso contribuir a reducir la temperatura ambiente.

La investigación revela que los paneles solares, al convertir entre el 20% y el 25% de la energía solar en electricidad, devuelven menos energía térmica al ambiente que los materiales tradicionales utilizados en techos y cubiertas.

Esto sugiere que la instalación de paneles solares en áreas urbanas no solo es una opción viable para generar energía limpia, sino que también podría tener beneficios adicionales en términos de regulación térmica.

Por otro lado, en cuanto a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) asociadas a la producción de paneles solares, el informe subraya que, aunque la fabricación de estos módulos genera CO2, su impacto es significativamente menor en comparación con los combustibles fósiles.

Un kilovatio-hora (kWh) de energía solar produce aproximadamente 40 gramos de CO2, en contraste con los 1.000 gramos generados por la misma cantidad de energía proveniente de la quema de lignito, un tipo de carbón.

Además, la huella de carbono de la industria fotovoltaica continúa disminuyendo gracias a mejoras en la eficiencia de la producción.

Actualmente, un kWh de energía solar puede generar tan solo 20 gramos de CO2, lo que evidencia el avance hacia un menor impacto ambiental y refuerza la viabilidad de la energía solar como una alternativa sostenible.