Los riesgos de no detectar y tratar a tiempo la depresión en la niñez y adolescencia
Depresión en la infancia y la adolescencia: los riesgos de no detectarla y tratarla a tiempo
La tristeza permanente no es parte del desarrollo esperable de niños y jóvenes. Desde falta de interés y cambios en el apetito, a conductas autolesivas y pensamientos de muerte, la importancia de que los padres estén alertas a estos síntomas
La presencia de los estados depresivos en la infancia y la adolescencia, son un grave problema de salud pública por su alta prevalencia y por el incremento en la morbilidad y mortalidad. El suicidio se encuentra entre las primeras causas de muerte en adolescentes, con una tendencia creciente a nivel mundial.
La conducta suicida incluye: las tentativas de suicidio, la ideación suicida y la conducta autolesiva. Se calcula que por cada muerte atribuible a esta forma de autoagresión, se producen diez tentativas, con predominio en adolescentes y jóvenes.
El suicidio es un fenómeno complejo y multicausal y no siempre se valora su riesgo a tiempo. La tristeza continúa y la vida como dolor constante no son parte del desarrollo esperable de los niños, niñas y adolescentes. Muchas veces se confunde como un estado pasajero de tristeza, con un cuadro depresivo que podría cronificarse. " Ya se la va a pasar” o " Todo pasa” frases que componen un imaginario mágico, utilizadas para calmar la preocupación pero son, por lo menos, ingenuas. No todo pasa. "Negar un estado depresivo de un niño, una niña o un adolescente es negligencia", afirmó Almada
La tristeza y el desánimo son emociones normales y pueden durar algunos días, semanas o meses en el caso del duelo. En cambio, los estados depresivos se caracterizan por una duración prolongada de al menos dos semanas o más y los síntomas pueden persistir durante meses. La intensidad con la que se manifiestan en el caso de la tristeza no interfiere en la rutina diaria: ir a la escuela, jugar, salir con amigos, hacer deporte. En cambio, cuando los síntomas afectan estas capacidades, estamos ante algo más severo. Además de la tristeza persistente, en los estados depresivos se suele incluir otros síntomas, como la falta de interés o placer en actividades que antes disfrutaba, cambios en el apetito o el peso, alteraciones en el sueño (insomnio o hipersomnia), agitación o retraso psicomotor, fatiga o pérdida de energía, cambio en el rendimiento escolar, sentimientos de culpa o inutilidad, enojos, desafío, conductas autolesivas, dificultades para concentrarse y pensamientos de muerte o suicidio.
Es importante examinar el modo de implicación del sujeto infantil o adolescente en la manifestación depresiva, de la que puede quejarse o no. Estas manifestaciones pueden ser una posición o un estado singular, pero siempre son un llamado desesperado frente a lo imposible de soportar. Estos estados pueden surgir como resultado de la represión de emociones o conflictos no resueltos, duelos patológicos, que pueden tener su origen en experiencias tempranas de la infancia o en las relaciones parentales Freud en “Duelo y melancolía”, aborda los afectos o estados depresivos que acompañan el trabajo de duelo. Esta labor tiene por función simbolizar la pérdida de una persona amada o una abstracción, que puede ser la patria o un ideal y lograr que esa energía se separe lentamente del objeto perdido y se redistribuya en nuevos destinos. Cuando el sujeto no logra realizar esta pérdida, efectuar esta separación, sufre efectos depresivos.
El psicoanálisis aborda los estados depresivos en niños desde una perspectiva psicodinámica, centrándose en la comprensión de los procesos inconscientes y los conflictos emocionales subyacentes. Estos estados pueden surgir como resultado de la represión de emociones o conflictos no resueltos, duelos patológicos, que pueden tener su origen en experiencias tempranas de la infancia o en las relaciones parentales. Uno de los síntomas a prestar atención es el incremento de quejas físicas que suele estar asociado con la angustia emocional, como dolores de estómago, dolores de cabeza y fatiga.
Los afectos depresivos en los niños pueden estar relacionados con sentimientos de pérdida, abandono, desilusión, violencias o falta de amor. Estos sentimientos están vinculados a experiencias traumáticas, dificultades en las relaciones familiares, conflictos internos o eventos estresantes en la vida del niño o del adolescente. Es importante poder hablar de los problemas de salud mental, que siguen siendo tabú para gran parte de la sociedad. La depresión y los estados depresivos, aunque no siempre tienen como corolario la conducta suicida, la autolesión o el suicidio, son problemáticas de las que ocuparse, sin dilaciones. Un estado depresivo es una de las formas en las que el sujeto que transita la infancia y adolescencia logra decir su verdad. No es una forma elegida o consciente, sino la única manera de hablar a través de la tristeza profunda.
Los signos de alerta son: Algunas de las señales de advertencia que propone la Stanford Medicine Children’s Health y que pueden ser observables para familias y cuidadores a la hora de valorar el riesgo y que pueden ser útiles para pedir ayuda profesional son:
- Cambios en hábitos de alimentación y sueño "El psicoanálisis aborda los estados depresivos en niños desde una perspectiva psicodinámica, centrándose en la comprensión de los procesos inconscientes y los conflictos emocionales subyacentes", expresó Almada
- Pérdida de interés en actividades habituales
- Aislamiento de amigos y miembros de la familia
- Comportamientos inadecuados y escapar
- Uso de alcohol y drogas
- Descuido de la apariencia personal
- Preocupación por la muerte y morir
- Incremento de quejas físicas que suele estar asociado con la angustia emocional, como dolores de estómago, dolores de cabeza y fatiga
- Pérdida de interés en la escuela o trabajo escolar
- Sentimientos de querer morir Mostrar planes de cometer suicidio, que incluyen lo siguiente:
- Expresar verbalmente “Me quiero matar”, “Me voy a suicidar” o “Ya voy a dejar de ser un problema”
- Escribir una o más notas suicidas Estas conductas no son llamados de atención que pasarán, son llamados desesperados a los que atender de manera urgente. Negar un estado depresivo de un niño, una niña o un adolescente es negligencia.
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