El famoso director de cine James Cameron, conocido por su película Titanic, expresó su profunda tristeza al enterarse de la pérdida del sumergible Titán. Cameron, quien ha realizado numerosas inmersiones a los restos del Titanic, se encontraba en un barco cuando se enteró de la desaparición del sumergible. Inmediatamente sospechó que algo catastrófico había ocurrido al conocer que el sistema de navegación y comunicación del sumergible habían fallado simultáneamente. Cameron contactó a otros expertos en submarinos y recibió información de que se dirigían al fondo del océano. Más tarde, se confirmó que el Titán había sufrido una implosión.

La Marina estadounidense también confirmó que se había detectado una anomalía acústica consistente con una implosión poco después de que se perdiera el contacto con el Titán. Esta información permitió reducir el área de búsqueda. Cameron consideró que las noticias que surgieron en los días posteriores eran confusas y cuestionó las teorías sobre golpes y problemas de oxígeno. Afirmó que sabía que el sumergible se encontraba exactamente debajo de su última posición conocida y que se encontró allí. Señaló la ironía de la pérdida del Titán y su tripulación, comparándola con el desastre del Titanic en 1912 y lamentando que se hubieran ignorado las advertencias.

El director de cine mencionó que miembros de la comunidad de sumergibles habían expresado sus preocupaciones sobre las operaciones de la empresa OceanGate, responsable del sumergible. Cameron recordó que algunos empleados habían renunciado, pero no especificó las razones. Estas preocupaciones fueron compartidas en una carta enviada a OceanGate por parte de expertos en submarinos de gran profundidad, quienes creían que se dirigían hacia una catástrofe. Cameron no fue el único en manifestar inquietudes sobre las actividades de la empresa turística.